Entradas

Una Nueva Biblia

Una Nueva Biblia Solía ver caer las monedas con alegría, transformando el sonido metálico de éstas en cifras que ensanchaban las calculadas anteriormente. Cada moneda era una nueva Biblia, un nuevo altar o un bote de barniz para aquellos bancos más desgastados. El cepillo se llenaba más y más y, después de finalizar la recogida, el alegre feligrés siempre esperaba unos segundos antes de agradecer la colaboración. Esa avara espera, desarrollada tras varias décadas de sacerdocio, iba acompañada de una sutil y penitente mirada hacia los asistentes. Siguiendo este modus operandi , el cura se aseguraba, la mayoría de las veces, que el adinerado de la comarca o algún campesino con un buen día se levantase y depositase un puñado extra de monedas, las   cuales eran recibidas con una pícara sonrisa por parte del religioso. Con este ritual terminado, agradecía la buena voluntad de los oyentes y finalizaba la misma recitando el Padre Nuestro. Después de unos días la Biblia seguía siendo e